COVID-19 Y EL ACECHO DE OTRO AGRESOR

PRIMERA PARTE.

Este post lo escribo analizando lo que me toca vivir en estos días de encierro. En Uruguay puntualmente, el aislarse se volvió un tema de conciencia pero, en Italia o España la cuarentena obligatoria pareciera que cumplirá con la cantidad de días que el término indica.

Mi vida en casa es tranquila, no estoy obligada por las circunstancias a compartir las 24 horas del día con nadie (con lo que ello puede significarle a cualquiera). Lo que me ha permitido volcar mi mirada hacia las personas que se encuentran dentro de su hogar sin libertad de elección; bajo un padecimiento injusto y evitable.

En España (cito como referencia) muchas mujeres víctimas de agresión están encerradas bajo el mismo techo que su agresor. Para ellas se han implementado nuevas medidas de ayuda. Se creó un número de WhatsApp que les permite enviar un mensaje de auxilio breve (las 24 horas del día) que además de ser recibido por la central de ayuda le indica a la policía la ubicación exacta de la persona. El gobierno de las Islas Canarias, implementó una iniciativa más que aplaudible (Andalucía comenzó a aplicarla también): las mujeres en peligro que habitan en estas regiones españolas pueden ir a la farmacia y pedir una «Mascarilla-19» para alertar al personal de que necesitan ayuda (siempre y cuando el agresor les permita salir de casa). Las medidas surgieron a sabiendas de que quienes son agresivos o violentos, los son aún más estando encerrados y, las víctimas están más expuestas que nunca.

En Uruguay el Presidente Lacalle Pou en el marco de una conferencia de prensa dijo:  «…Lamentablemente, como efecto colateral muy grave, a veces este confinamiento, este aislamiento, trae como consecuencia ese tipo de acciones…». Éstas palabras molestaron a los colectivos feministas porque el mensaje de quien gobierna el país, no fue lo esperado en éste sentido. Sus líderes marcaron como muy relevante la expresión «efecto colateral». El abordaje sociológico del problema no es lo que se espera del Presidente. En su manifestación se limitó a expresar un breve análisis que concuerda absolutamente con lo que despertó la preocupación y ocupación de las autoridades españolas. Tal vez en los días venideros, él y su equipo de gobierno deban implementar un recurso de ayuda para todas las personas que se encuentran conviviendo con el sometimiento de abusadores o violentos. Porque si bien se han reforzado las líneas de ayuda por violencia doméstica, de forma gratuita, no están habilitadas las 24 horas del día. A excepción del 911 que atiende todo tipo de llamada en la que se solicite intervención de la policía; quienes responden a los llamados solicitan nombre, ubicación y causa del llamado mientras el acosador está acechando.

La protección la necesitan  mujeres y (a veces) hombres adultos, adolescentes, niñas y niños. Uruguay lo necesitaba y ahora más que nunca, sobre todo por el clásico «no te metas», que ya es hora de erradicarlo; por el bien de todos.

Volviendo al plano internacional, el día 28 de marzo próximo pasado, el boxeador británico profesional que obtuviere la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, Billy Joe Saunders, se disculpó por grabar un video en el que enseñaba a los hombres cómo golpear (en el mentón) y noquear a sus esposas o novias, mientras se encuentren juntos en un espacio limitado durante la cuarentena por el COVID -19.

Saunders es campeón mundial de peso supermediano por la Organización Mundial de Boxeo. Solo espero que el Comité Olímpico Internacional sancione de manera ejemplarizante una acción tan bestial (lamento no contener lo que como mujer me provocó).

En sus disculpas (a través de su cuenta de Twitter, ya bloqueada) revirtió lo dicho afirmando que no tolera la violencia doméstica y qué haría en caso de ver a un hombre pegándole a una mujer. Sus palabras solo revelaron más y más violencia, sólo que ésta vez enfocada hacia hombres.

Un deportista genuino nada tiene que ver con la violencia de género, ni con ninguna otra. Se supone que tampoco un profesor, un sacerdote, un doctor, etc, etc. Pero no es la profesión u oficio la que marca el perfil psicológico del sujeto, sin embargo es a través del trabajo cotidiano que mucha gente canaliza su violencia. Por eso también me pregunto cuántos nuevas víctimas de violencia doméstica están surgiendo en estos días de cuarentena, así como también cuánto se está elevando el nivel del ciber acoso. Aquel que ejercía mobbing (acoso laboral) … ¿hacia dónde vuelca ahora su violencia? Me permito formular ésta hipótesis basándome en que toda patología se manifiesta y, por lo tanto, el acoso o la violencia que no se canaliza de la forma habitual de alguna manera se hará visible para quienes rodean al psicópata, en un entorno tan delimitado como lo es el hogar y compartido todo el día durante más de dos semanas (tiempo actual de la cuarentena en varios países).

Luego de consultar al Lic. en Psicología Diego Durán, acerca de la validez de mi planteo, concluí en que ésta hipótesis tiene margen de ser un hecho posible dado que: «… es probable que la violencia cambie el foco, aunque no conozco investigaciones que lo ratifiquen».

Agradecimiento: Licenciado en Psicología Diego Durán. (Bilbao, España).                                psdiegoduran.com/blog

Fuente informativa del mensaje B.J. Saunders: Infobae.com

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